Sentido y jerarquía de los valores




Cabe afirmar que el tema del sentido y jerarquía de los valores no es una cuestión de menor importancia que el de su fundamentación, pues el acto mismo de su ordenación jerárquica, revela en buena parte la condición ética de los individuos y de los pueblos que expresan sus preferencias axiológicas en determinadas tablas de valores. 


El hecho mismo de que el hombre se pronuncie por ordenar jerárquicamente los valores es un ejercicio de deliberación que contiene en sí mismo una elevada significación ética, incluso en la ética que aplicamos en la vida cotidiana, pues el verdadero ejemplo de valoración moral no es precisamente el que consiste en elegir entre un valor y su correspondiente disvalor (el bien sobre el mal, la justicia sobre la injusticia, etc.), sino aquel que consiste en hacer de la valoración misma una actividad concreta que nos permite definir prioridades, jerarquías y, en general, proyectar estimaciones en cuanto al orden de importancia de lo que consideramos nuestros valores esenciales. 



Así pues, al hablar de jerarquía de valores:

 No se trata únicamente de diferencias y preferencias entre lo positivo y lo negativo.
 La elección valorativa más frecuente no es la que se da entre valores y disvalores, sino entre valores y valores. 
Valorar es jerarquizar. .. 


El valor se da, por así decirlo, en “escalas” que implican sucesivas gradaciones y cualidades. El valor se da en modos y grados diferentes. 

La opción valorativa no se produce entre lo bueno o lo malo, sino entre lo que es “más” o “menos” bueno. De ahí la necesidad de la conciencia, de la sabiduría, del conocimiento de lo mejor y lo peor.

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